Premio a la vida y obra
de un periodista


Julio Sánchez Cristo

Quiero saludar al expresidente Betancur, al doctor José Alejo Cortés, a las autoridades, al señor Procurador, a las ministras, al generoso jurado, al señor Jaime de Polanco, Consejero Delegado del Grupo Prisa para esta ocasión, por supuesto a mi familia, a mis padres, a Leticia y a tantas personas que con generosas palabras me han acompañado en estos días. Yo había intentado estudiar en esta universidad, pero no tuve mucha suerte. Por eso me parece de especial significado que reciba aquí el Premio Simón Bolívar. Porque creo que, de alguna manera, ese andar empírico en el oficio del periodismo debe ser compensado con la academia. Por eso hay grandes periodistas abogados e historiadores, gente que ha querido mirar un poco más allá de lo que puede transmitir el poder de la palabra.Ese poder de la palabra que, como muy bien me lo indicaba mi maestro Yamid Amat, tiene tanto valor como el poder del silencio. “Julio, siempre es tan importante hablar como escuchar, pero sobre todo aprender a quedarse callado”, me decía Yamid. Y sería bueno reflexionar sobre los momentos en que los silencios son importantes en nuestros distintos oficios.

Yo no tengo en la vida recuerdo distinto que el de la radio. El primer programa de radio creo que lo hice por allá en la Semana Santa de 1973. Y no lo hice antes porque creo que no había cambiado de voz y me daba pena que no me identificaran como un locutor varón. Luego comencé a recorrer emisoras.

Los recuerdos de niño son de mis amigos que se iban a jugar al fútbol en los clubes mientras que nosotros íbamos a jugarlo en los potreros de los transmisores. Los amigos de mi padre, que eran todos hombres de radio, me hicieron gatear ahí, caminar, crecer y aprender un poco.

He pasado por muchas empresas de radio. La de mi padre, claro, que ha tenido un valor muy especial. He estado en Caracol en las distintas etapas: en la Caracol de la familia Londoño, con la que firmé un contrato en enero de 1978; luego me tocó la Caracol del Grupo Santo Domingo, excelentes patrones; y ahora me corresponde la Caracol del futuro, la Caracol del Grupo Prisa, que es el grupo de comunicaciones más importante en nuestra lengua.

El Grupo Prisa produce el periódico más importante en español, al que precisamente están reactivando. El Grupo Prisa es televisión, el Grupo Prisa es mucha radio, más de mil estaciones de radio, el Grupo Prisa es el periódico Le Monde de París, el Grupo Prisa es cine, el Grupo Prisa es libros, es cultura. Y que una empresa colombiana esté vinculada, creo que tiene un significado muy especial para lo que yo quisiera soñar de mi futuro.

Por eso, después de un breve pero delicioso paso por la empresa de Carlos Ardila, RCN, volví a Prisa porque hay una ventana para exportar este proyecto de radio de mis épocas de locutor musical y de soñador musical, y de momento de locura de una noche de lunes en la calle 82 cuando a Yamid se le ocurrió que yo lo podía apoyar algo en sus informativos. Todo eso ha ido creciendo, y solamente los recuerdos de esos comienzos y de tantas veces que nos caímos y de otras que nos levantamos hacen posible que estemos aquí recibiendo este premio.

He saludado a muchos periodistas esta mañana con tristeza de ver a tantos de ellos desocupados y sin trabajo. Muchos son muy talentosos. Muchos han estudiado. Muchos deberían estar trabajando activamente y, a lo mejor, recibiendo este premio o tantos y tan merecidos premios que se recibieron hoy por parte de otros colegas.

Por eso es bueno que el Gobierno, la señora ministra que nos acompaña, y con la venia del Presidente, revise un tremendo roto que hay en la radio colombiana, y por qué no, en la televisión. Mientras que nuestros canales privados tienen una lucha de rating tan interesante y tan importante, los espacios para los programas periodísticos se olvidaron y no existen. El esfuerzo de los programas periodísticos está en el canal público que tiene una combinación de empresa privada pero en una lucha muy desigual. Ahí esos colegas, uno de ellos premiado hoy, siguen dando la batalla con Yamid, al empujar un barco de una vela contra unos trasatlánticos de potentes motores como son los canales privados. 

Por eso los privados deberían hacer un acuerdo —como se hacen tantos acuerdos válidos en el mundo de las comunicaciones—, para respetar unas franjas de programas periodísticos distintas a las de la media noche. De pronto Caracol y RCN se animen a concretar algún acuerdo. Y les va a gustar, pues para ellos son agaches. Un par de agaches a la semana, dos veces a la semana, y uno en el fin de semana permitirían tener en prime time unos buenos programas periodísticos. Seguramente no encontraríamos entonces que la última alternativa que tiene un periodista para hacer televisión —y que está funcionando— son las canales pequeños e independientes, como Citytv, Canal Capital, Teleantioquia y los regionales.

En la radio pasa lo mismo. Es increíble que haya una red de radio como la Radio Nacional de Colombia y esté archivada, a causa yo no sé de qué, me imagino que de algunas cuotas burocráticas que todavía existen. Mientras tanto la Radio Nacional de España es una radio seria, competitiva e independiente. La BBC de Londres se le acaba de enfrentar a la Reina, ¡acaba de salir el presidente de la BBC de Londres a enfrentarse a la Reina, a enfrentarse a Tony Blair! La Voz de Alemania es una radio ejemplo. ¡Y qué tal la radio pública de los Estados Unidos, que tiene más prestigio que cualquier radio privada!

¿Por qué razón la Radio Nacional de Colombia no se quita ya ese candado de que es una radio al servicio del Gobierno de turno y se permite ser una radio manejada como una radio comercial, independiente y respetuosa, como tenemos que ser todos, respetuosos de nuestras radios? Sería bueno que la Radio Nacional se diera esa oportunidad y de que sus frecuencias nacionales de FM y AM, con potentes transmisores (la historia de la radio comienza ahí), le diera una oportunidad a tanto periodista que se la merece.

Se trata de invitar a la Radio Nacional de Colombia a que nos compita en la mañana, a que nos compita con periodistas muy talentosos, muchos de ellos aquí presentes y esperando una oportunidad que no tienen y que yo creo que se merecen.

Quiero dar las gracias al generoso jurado, a esta importante asistencia y, por supuesto, a las personas que construyen ese camino de la vida, esa colección de amigos —nombrar unos resultaría una tremenda injusticia con otros—, amigos periodistas y amigos de la vida; a mis padres, mis hermanos y mis niñas, que se privaron, tal vez, de una etapa de la vida que es muy importante y que nunca existió en mi casa: desayunar con ellas, pues yo jamás desayuné con ellas y no sé cómo se desayuna con unas hijas en crecimiento. Por eso a ellas les dedico este premio y, por supuesto, a mi hermosa compañera. Muchas gracias.